La Dualidad y la Sociedad Actual: Una Mirada desde la Consciencia

29.05.2025 13:22

Vivimos en una era donde la información abunda, pero la sabiduría escasea. Donde lo visible domina, y lo invisible es ignorado. Una época de contrastes intensos, marcada por divisiones ideológicas, conflictos culturales y la constante presión del “yo” frente al “otro”. Este fenómeno no es nuevo, pero en la actualidad, se ha intensificado hasta un punto tal que muchos lo viven con ansiedad, desesperanza o confusión.

Pero, ¿qué es lo que verdaderamente está ocurriendo? En el nivel más profundo, lo que estamos presenciando no es más que la expresión de la dualidad, esa estructura inherente a la conciencia humana no iluminada que percibe el mundo como un juego de opuestos: bien y mal, correcto e incorrecto, éxito y fracaso, tú y yo, luz y sombra.

La ilusión de la separación

La consciencia ordinaria —la que opera a través del ego— está programada para dividir, clasificar y juzgar. Esta estructura dual es funcional en ciertos aspectos de la vida práctica, pero se convierte en fuente de sufrimiento cuando se confunde con la Verdad última.

Desde esta visión limitada, el mundo se convierte en un campo de batalla entre opuestos irreconciliables. Cada persona, grupo o nación busca validar su postura, defendiendo su “verdad” mientras se opone a la del otro. Esta es la raíz de la polarización que vemos en la sociedad actual: política, religiosa, económica y hasta espiritual.

Pero toda división es una ilusión sostenida por la mente que ha olvidado su fuente. La dualidad no es el problema; es simplemente una etapa evolutiva de la consciencia. El verdadero error es identificarla como la realidad final.

Más allá de los opuestos: la Verdad no dual

La Verdad con mayúscula no se encuentra en los extremos, ni siquiera en el punto medio. Se encuentra más allá del campo de los opuestos, en el reconocimiento silencioso de que todo lo que vemos es una expresión de una sola Fuente: infinita, amorosa y eterna.

Esta comprensión no puede ser alcanzada por el pensamiento, sino por la rendición interior. Es una percepción directa que ocurre cuando soltamos la necesidad de tener razón, cuando abandonamos la lucha por defender una identidad conceptual, y permitimos que la Presencia del Ser emerja sin filtros.

La sociedad como espejo de la consciencia

La sociedad no es más que el reflejo de los niveles de consciencia predominantes. En tanto los individuos se identifiquen con el ego y la percepción dual, la sociedad seguirá reproduciendo conflicto, división y sufrimiento. No se trata de cambiar el mundo desde fuera, sino de elevar la consciencia individual, porque el cambio real solo ocurre desde adentro hacia afuera.

Cada vez que elegimos el perdón en lugar del juicio, la comprensión en lugar de la condena, la humildad en lugar del orgullo, contribuimos al descenso de la dualidad y al surgimiento de una humanidad más integrada.

El poder del testigo silencioso

No estamos llamados a resolver la dualidad luchando contra ella, sino a trascenderla desde la conciencia del Testigo. Esta conciencia no toma partido, no se aferra, no reacciona. Observa. Comprende. Ama. Y desde esa posición elevada, actúa con sabiduría.

Como decía el sabio, “todo lo que resiste, persiste”. Por eso, el camino no es la oposición, sino la rendición. No como debilidad, sino como fuerza espiritual. Rendir el ego no es perder, es despertar.

Conclusión: la llamada de nuestro tiempo

La sociedad actual no está colapsando; está siendo redirigida. La aparente fragmentación que vemos es parte de un proceso más grande: el desmantelamiento de estructuras basadas en el miedo, el control y la separación. Cada ser humano que despierta a la Verdad no dual se convierte en un faro de luz que ayuda a sostener este tránsito.

La invitación no es a cambiar el mundo, sino a cambiar de percepción. A vivir desde la compasión en lugar del juicio. Desde la unidad en lugar de la división. A recordar que, en lo más profundo, no hay “otros”. Solo hay Uno, reconociéndose a sí mismo en múltiples formas.

Y en ese reconocimiento, cesa la lucha… y comienza la Paz.

Alejandro Cuervo